La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos. Proverbios 18:21
Uno de los mayores propósitos de Dios para cada uno de nosotros es que tengamos un impacto duradero en quienes nos rodean. Por eso Colosenses 4:6 nos dice: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”. La sal era un producto muy valioso en el mundo antiguo. Se utilizaba como antiséptico, conservante, signo de hospitalidad, condimento y confirmación de un pacto, entre otras cosas. En la vida de un creyente, simboliza muchas de las formas en que podemos influir en los demás.
Por ejemplo, la sal se utilizaba para evitar que la carne se echara a perder, porque no había refrigeración. Como cristianos, salvaguardamos -o preservamos- a las personas de dos maneras. Primero, Dios obra a través de nuestros testimonios para animar a otros a aceptar a Jesús como su Señor y Salvador. En segundo lugar, cuando enseñamos a otros a vivir una vida piadosa, les ayudamos a evitar las consecuencias destructivas del pecado, protegiendo sus vidas y su testimonio en el plano terrenal. Del mismo modo, la sal cambia el sabor de la comida. Como creyentes, cambiamos las situaciones con nuestra presencia porque el Espíritu Santo mora en nosotros, aportando tranquilidad y seguridad incluso en medio de la confusión.
Por último, no hace falta mucha sal para que un plato cambie de sabor. Así debe ser una vida piadosa: La gente no puede evitar querer emularla y tenerla para sí. Amiga, cuando has estado con Jesús, Su amor, sabiduría y poder fluirán a través de ti, atrayendo a la gente a una relación con Él. Así que deja que tu discurso sea sazonado con la sal de la presencia del Señor, y Él seguramente trabajará a través de ti para transformar cada alma que encuentres.
Padre, ayúdame a ser consciente acerca de cómo influyo en las personas que encuentro. Que mi vida les atraiga a Ti para que puedan saborear y ver lo verdaderamente maravilloso que eres. En El Nombre de Jesús, Amén.