Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios. Salmos 146:5
Dios quiere que compartamos su alegría. De hecho, la Biblia nos enseña que el plan del Señor para nuestras vidas incluye el regocijarnos, desde su gracia, en todo situación, pues Él ha prometido librarnos y ha prometido establecer su voluntad de bien en todas las áreas de nuestra existencia. Sin embargo, nuestro Padre celestial no nos obligará a estar alegres. Tenemos que aceptar la plenitud de la felicidad en Su presencia (o rechazarla) nosotros mismos.
Corrie ten Boom, abogada holandesa que ayudó a salvar a casi ochocientos judíos durante el Holocausto y sobrevivió ella misma a un campo de concentración, dijo lo siguiente: “La felicidad no es algo que dependa de nuestro entorno, Es algo que creamos dentro de nosotros mismos”, y yo agrego, somos capaces de crear esta felicidad si sabemos que El todopoderoso, que todo lo sabe, lo domina y lo conoce, camina siempre de nuestro lado.
En un mundo que a menudo equipara la felicidad con el éxito material o con los placeres efímeros, estamos llamados a una alegría más profunda y duradera que proviene de poner nuestra esperanza en el Señor. Esta alegría no es una mera emoción, sino un estado del ser, arraigado en el conocimiento del amor y la fidelidad de Dios. Aún cuando debamos pasar por valles de oscuridad en que los desafíos de la vida toquen a nuestra puerta, como demostró Corrie ten Boom, podemos elegir la alegría centrando nuestros pensamientos en la bondad y las promesas de Dios. Cultivemos este manantial interior de alegría haciendo de la Palabra del Señor, nuestro fundamento y depositando conscientemente nuestra esperanza en Él. Estemos seguros de que al final, Nuestro Padre de los cielos lo hará todo por nuestro bien.
Señor, que el regocijo y la plenitud de contar con Tu presencia en cada paso que doy, se establezca en mi vida, para que en medio de la prueba no tema sino que confíe, no me consuma el miedo, sino que la esperanza fortalezca mi fe, para de ese modo resistir la dificultad sabiendo que quieres la alegría de Tus hijos, y que para ello obrarás en Tus tiempos perfectos, las maravillosa promesas de victoria, que a los que en Ti creen, mediante Tu Palabra, has prometido. En El Nombre de Jesús, Amén.