El ánimo del hombre soportará su enfermedad; Mas ¿quién soportará al ánimo angustiado? (Proverbios 18:14)
Todos experimentamos momentos devastadores que ponen a prueba todo lo que sabemos y creemos. Sufrimos: a veces físicamente, otras emocionalmente, y a veces ambas cosas. Las frustraciones y los reveses nos bombardean a un ritmo alarmante, minando toda nuestra confianza. Nos preguntamos por qué Dios permitiría toda la agonía que estamos experimentando. Al mismo tiempo, el enemigo nos tienta a cuestionar si el Padre nos ama de verdad, sacando a relucir viejos errores, y malas decisiones y a partir de ellas insinuando que nos descalifican para las bendiciones del Señor. Lo que empeora aún más la situación es que la alegría está fuera de nuestro alcance, y no tenemos ninguna esperanza de volver a ese gozo que El Señor quiere para nosotros. La sensación de pérdida, impotencia, futilidad e insatisfacción con nosotros mismos puede ser absolutamente abrumadora.
¿Eres así hoy? Entonces date cuenta de que el único remedio para tu espíritu quebrantado es rendirte plenamente al Padre. Es mirándole a Él, cómo encontrarás, en última instancia, la mayor esperanza, alegría, paz y libertad.
El profeta Isaías testifica: Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo, tus maestros nunca más te serán quitados, sino que tus ojos verán a tus maestros. Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda. (Isaías 30:20-21). Éste es el verdadero propósito de la prueba: Dios te está enseñando a confiar plenamente en Él. Quiere que reconozcas que, independientemente de las circunstancias a las que te enfrentes, tu Dios omnipotente, omnisciente, omnipresente e incondicionalmente amoroso está ahí para guiarte, protegerte y proveerte perfectamente. Así que hoy, entrega todo el dolor que sientas a Su cuidado y aprende a descansar en Él.
Señor, sana mi espíritu quebrantado y aumenta mi fe. Me rindo, Padre, a Tu amoroso y bondadoso cuidado. Gracias por ayudarme, protegerme y guiarme. En El Nombre de Jesús, Amén.