E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. 1 Samuel 1:11
Aferrarse a la esperanza es difícil cuando las circunstancias son desdichadas y no muestran signos de mejora. Puede ser especialmente desalentador cuando sabemos que nuestro Dios todopoderoso podría remediar la situación y cumplir nuestros sueños, pero no lo ha hecho.
Probablemente así se sentía Ana. Tenía el corazón destrozado porque “el Señor le había cerrado el vientre” (1 Samuel 1:5). Sólo esto ya era motivo de gran desgracia para una mujer hebrea de aquella época. Pero Ana sufrió aún más a causa de la provocación deliberada de la otra esposa de su marido, que había sido bendecida con hijos.
Sin embargo, Ana era una mujer de gran fe, incluso en medio de su decepción y dolor. Nunca renunció a Dios, sino que dejó que su dolor la condujera hacia Él. Desesperada, derramó su corazón ante el Señor y le prometió que si Él cumplía su deseo de tener un hijo, ella se lo daría.
El ejemplo de fe de Ana es un estímulo para depositar nuestras esperanzas ante Dios, el único que puede cumplir nuestros deseos o alinearlos con Su voluntad. Luego, sabiendo que todo lo que tenemos es Suyo, estemos dispuestos a devolver al Padre todo lo que nos dé.
Amado Padre celestial, deseo tener una fe fuerte y firme como la de Ana, quien creyó en ti con todo su corazón. Ayúdame a confiar en tus promesas y a creer en tu fidelidad en todo momento. Fortalece mi fe para que pueda perseverar en medio de las dificultades y desafíos. Que mi confianza en ti sea inquebrantable, sabiendo que tú eres el Dios que cumple todas tus palabras. En ti deposito mi fe y esperanza. En El Nombre de Jesús, Amén.