Devocional:
No escuchó la voz, ni recibió la corrección; no confió en Jehová, no se acercó a su Dios. (Sofonías 3:2)
Cuando nos obstinamos en seguir a nuestro propio corazón, podemos negarnos a escuchar los consejos y las reprimendas. Cualquiera de nosotros puede recordar fácilmente que le han advertido sobre los riesgos de las malas decisiones que ha tomado. Ya sea por un familiar o un amigo (a veces incluso por desconocidos), Dios nos señala a menudo lo que supone un riesgo en nuestro camino.
Sofonías profetizó en una época de gran apostasía. El reino de Judá se había apartado de la ley de Dios, por lo que el profeta recibió el encargo de advertirles del riesgo de alejarse del Señor. Sus palabras son contundentes: en primer lugar, destaca la mala situación de la ciudad, rebelde, impura, llena de violencia y opresión. Por último, muestra la lamentable actitud de sus ciudadanos: no confiaban en el Señor y no se acercaban a Él.
Éste es el retrato de una humanidad irredenta, pero también puede representar a los cristianos que, por diversas razones, no han cumplido su vocación. Cuando fallamos en nuestra confianza en Dios, relajamos nuestros valores, enfriamos nuestra devoción, fracasamos en nuestro servicio y abandonamos la práctica de la piedad. Esto es peligroso y siempre produce malos resultados.
¿Cómo es hoy tu confianza en Dios?
Oración:
Señor, que fije mi mirada en Tu herencia de vida verdadera, paz y bienestar que sobrepasa todo entendimiento. Ayúdame Padre, a no temer, sino a tener verdadera fe y confianza para reclamar esas gran herencia, en medio de la dificultad, Te Lo pido, En El Nombre de Jesús, Amén.
