Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. (Éxodo 17:11)
La vida es un viaje lleno de batallas y desafíos. A menudo nos encontramos en medio de luchas, enfrentándonos a la oposición por todos lados. En esos momentos, podemos sentirnos cansadas y desanimadas, preguntándonos si tenemos fuerzas para seguir luchando. Pero permíteme recordarte una poderosa historia del libro del Éxodo, concretamente Éxodo 17:11, que nos ofrece aliento y guía.
En este pasaje, somos testigos de cómo las israelitas libran una feroz batalla contra los amalecitas. Moisés, el líder del pueblo de Dios, estaba en lo alto de una colina con el bastón de Dios en las manos. Mientras Moisés mantuvo las manos en alto, las israelitas vencieron. Sin embargo, cuando sus brazos se cansaron y este agotado, los empezó a bajar, los amalecitas ganaron la partida.
Esta historia nos enseña una lección vital sobre la importancia de la perseverancia y la confianza en Dios. Del mismo modo que Moisés encontró la fuerza al elevar sus manos al Señor, nosotras también debemos elevar nuestros corazones y nuestros espíritus a Él en medio de nuestras batallas. Nuestras victorias no se obtienen por nuestra propia fuerza o poder, sino por la presencia y el poder de Dios que actúa a través de nosotras.
Cuando nos enfrentamos a pruebas, es natural que nos cansemos. Puede que nos preguntemos si tenemos lo que hace falta para seguir luchando. Pero recordemos que Dios es nuestra eterna fuente de socorro y auxilio. Nos invita a acudir a Él en oración, a buscar Su guía y a apoyarnos en Sus brazos que abre sin condiciones para nosotras en cada prueba.
En los momentos en que menguan nuestras fuerzas, podemos inspirarnos en la experiencia de Moisés. Del mismo modo que Aarón y Hur estuvieron junto a Moisés, sosteniendo sus brazos cansados, nosotras también podemos apoyarnos en nuestras hermanas en Cristo. Podemos encontrar aliento, responsabilidad y guerreras de oración que estarán a nuestro lado, levantándonos en medio de nuestras batallas.
Así pues, amadas hermanas, sigamos adelante, sabiendo que la lucha no es sólo nuestra. Con Dios como nuestra fuerza y nuestra comunidad como nuestro apoyo, podemos afrontar cualquier reto que se nos presente. Sigamos luchando con fe, sabiendo que la victoria ya está asegurada a través de Cristo Jesús. Que nuestros corazones estén firmes, nuestras manos en alto y nuestra confianza sólidamente anclada en Aquel que lucha por nosotras.
Oración:
Padre Celestial, Te doy gracias por el ejemplo de Moisés y el recordatorio de que la victoria solo procede de Ti. Fortaléceme, Señor, cuando me canse y me desanime. Recuérdame que eleve mi corazón y mis manos a Ti en oración, encontrando fuerzas renovadas en Tu presencia. Rodeame de compañeras creyentes que me apoyen y animen a lo largo del camino. Ayúdame a confiar en Tu fidelidad, sabiendo que siempre luchas en mi favor. En el nombre de Jesús, oro. Amén.