Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Salmos 145:18
Habrá momentos en que sentirás que Dios no te escucha. Aunque la Escritura asegura: “Clama a mí y yo te responderé” (Jeremías 33:3), a veces Él parece lejano. Pero esa distancia nunca viene de Dios; siempre se origina en nosotros.
Cuando el Padre te muestra algo que debes cambiar y te niegas a enfrentarlo, levantas barreras entre tú y Él. Te dices a ti mismo—y a Dios—que no es tan grave, o que lo tienes bajo control. Pero mientras persistas en pecados conocidos y rehúses admitir su influencia, te será difícil experimentar la cercanía del Señor.
El remedio es la honestidad. Reconoce tu pecado, apártate de él y camina en el camino que Dios te ha mostrado. Tal vez no conquistes ese problema de inmediato; algunas heridas son profundas y muy dolorosas. Pero cuando dices “sí” a Dios y confías en Él para que te guíe, comienzas un camino de intimidad que te ayudará a superar cada obstáculo.
Padre amado, examina mi corazón y muéstrame toda área en la que no he sido honesto contigo. Dame humildad para reconocer mi pecado y fuerza para apartarme de él. Acércame a Tu corazón y derriba toda barrera que yo mismo he levantado. Enséñame a caminar en verdad, confiando plenamente en Tu guía. Lléname de Tu presencia y de Tu paz cada día. En El Nombre de Jesús, Amén.