Fuerza y honor son su vestidura; Y se ríe de lo por venir. (Proverbios 31:25)
En la perfección de la creación, Dios ha tejido una belleza y una fuerza únicas en el corazón de las mujeres. Proverbios 31:25 capta la esencia de este designio divino, recordándonos la fuerza, la dignidad y la alegría inherentes que residen en nosotras como hijas del Altísimo. Hoy, reflexionemos sobre este versículo e inspirémonos en él, abrazando el resplandor que Dios, en Su gracia y en Su inmenso amor nos ha concedido.
A diferencia de los hombres, está en nuestra naturaleza de mujeres, luchar con múltiples funciones y responsabilidades, vertiendo nuestro amor y cuidado único y natural en las vidas de quienes nos rodean, cómo madres, como esposas, como amigas. Sin embargo, en medio de todo ello, es fácil olvidar la fuerza inherente que reside en nosotras.
El versículo de Proverbios nos brinda una hermosa metafora que refleja la realidad de que una mujer está revestida tanto de fuerza como de dignidad. Habla de una fortaleza interior que nos permite afrontar las incertidumbres de la vida con confianza y gracia. Nos recuerda que no nos definen nuestras circunstancias, sino la fuerza que proviene de nuestra relación permanente con El Señor.
Queridas hermanas, dediquemos un momento a reflexionar sobre la fuerza que Dios ha depositado en nosotras. No es una fuerza arraigada en el poder mundano o en la fuerza física, sino una fuerza que emana de la profundidad de nuestras almas. Es una fuerza que nos permite perseverar, superar obstáculos y elevarnos por encima de la adversidad. Es una fuerza que nos capacita para caminar con dignidad y propósito, y además, en medio de ese proceso, para entregar amor sincero y comprometido a nuestros seres queridos.
En oración, demos gracias a Dios por la belleza y la fuerza únicas que nos ha concedido.
Oración:
Padre Celestial, te alabamos por la forma temerosa y maravillosa en que nos has hecho como mujeres. Gracias por revestirnos de fuerza y dignidad, y por la alegría que proviene de conocerte.
Cuando nos enfrentamos a las incertidumbres de la vida, ayúdanos a recordar que nuestra fuerza no es nuestra, sino un don Tuyo. Recuérdanos que podemos encontrar consuelo y confianza en Tu presencia, sabiendo que Tú estás con nosotros a cada paso del camino. Concédenos la sabiduría para apoyarnos en Ti, confiar en Tu guía y encontrar la alegría incluso ante los desafíos.
Que abracemos el resplandor que hay en nosotros, reflejando Tu amor y Tu gracia al mundo que nos rodea. Danos el poder de caminar con confianza, sabiendo que hemos sido creados con temor y de forma maravillosa. Que nuestras vidas sean un testimonio de Tu fuerza y del poder transformador de Tu amor.
Oramos en el nombre de Jesús. Amén.