Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:7
Refinar el oro y la plata no es un proceso rápido. Primero se calienta suavemente, y las impurezas más superficiales suben para ser retiradas. Poco a poco, el calor se incrementa y salen a la luz los contaminantes más profundos, hasta que solo bajo el fuego más intenso el metal queda completamente puro, fuerte y brillante.
Así actúa Dios en nuestra vida espiritual. Pacientemente, nos purifica capa por capa, prueba tras prueba. Si intentara arrancar todas nuestras fallas y debilidades de una vez, no podríamos soportarlo. Por eso nos va moldeando gradualmente, fortaleciendo nuestra fe con cada desafío.
Cuando las pruebas parecen aumentar con el tiempo, no las veas como abandono, sino como la manifestación de Su amor refinador. Él ve la fe preciosa que hay en tu corazón y utiliza cada dificultad para hacerla más pura y más luminosa. Cada fuego que soportas no es para destruirte, sino para revelar el oro que brilla para Su gloria.
Señor, gracias porque cada prueba que atravieso es una oportunidad para que mi fe sea purificada y fortalecida. Ayúdame a confiar en Tu proceso, a no temer al fuego, y a reconocer que estás moldeando mi corazón para reflejar Tu gloria. Que mi vida brille con la fe que solo Tú puedes formar. En el nombre de Jesús, Amén.
