Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre. Proverbios 5:19
El proverbio de hoy llama a los maridos a regocijarse siempre en el amor de sus esposas. Pero hay una aplicación más amplia. La bendición de la sabiduría es que aprendemos a amar y apreciar a quienquiera que esté en nuestra vida de manera apropiada. Dios llama a todos a una vida santa guiada por principios importantes porque quiere que disfrutemos de todas las bendiciones que tiene para nosotros. Esto significa que pone límites a las relaciones sexuales, ordenando que sean exclusivamente entre un hombre y una mujer casados (Génesis 2:24), porque se preocupa por lo que nos sucede física, emocional y espiritualmente. Esto puede sonar como una noción anticuada para algunos, pero Dios lo ordena por tu salud y bienestar, sabiendo que violar esos límites puede llevarte a una seria angustia.
Sin embargo, no importa qué pecado hayas cometido o qué comportamiento te haya atrapado, Dios no es tu enemigo y nunca lo será. Al contrario, Él es tu mayor Abogado. Ahora mismo, puede que te sientas algo avergonzada o apenada por las cosas que has hecho. Tal vez te estés preguntando si hay vuelta atrás. Sí, la hay. El hecho de que sientas culpa es evidencia de que el Espíritu Santo te está convenciendo de tu pecado y atrayéndote de regreso al Señor. Así que no te asustes ni te desanimes. El mensaje de Dios para ti es siempre que Él te ama y que vale la pena redimirte. Así que rechaza cualquier inmoralidad en tu vida y permite que el Padre te guíe en santidad y verdad. Él quiere que disfrutes del propósito para el que te creó, y está comprometido a ayudarte a encontrar el verdadero amor, gozo y plenitud. ¿Y no es eso lo que realmente quieres, después de todo?
Señor, me arrepiento de las maneras en que he pecado contra Ti. Quiero caminar en santidad, Padre, porque sé que Tú tienes las llaves de todo lo que mi alma realmente anhela. Por favor, perdóname y ayúdame a vivir según Tu voluntad. Sana mi corazón del daño causado por mis elecciones pasadas y guíame hacia el verdadero amor y la plenitud que Tú has diseñado para mí. Fortaléceme para rechazar la inmoralidad y vivir en pureza, para que pueda honrarte con mi cuerpo y mi espíritu. Gracias por Tu gracia inagotable y por ser mi mayor Defensor. En el nombre de Jesús, te lo ruego. Amén.