No te jactes del día de mañana; Porque no sabes qué dará de sí el día. Proverbios 27:1
¿Te has encontrado alguna vez centrado en el futuro? Miras lo que te espera y haces tus cálculos humanos sobre si el futuro parece brillante o premonitorio. Cuando todo parece ir como habías planeado y tus sueños empiezan a hacerse realidad, tal vez te sientas esperanzada, confiada y contenta. En cambio, si surgen desafíos y no ves muchas esperanzas, te desanimas y desilusionas.
Pero fíjate en que tanto si presumes del mañana como si te preocupa, ocurre lo mismo: te estás centrando en lo que puedes ver o lograr con tus propias fuerzas. Sin embargo, jactarse del mañana y preocuparse por él son dos caras de la misma moneda, pues estás centrado en lo que puedes lograr por ti misma. Por eso Jesús dijo: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:34). En cambio, Cristo amonestó: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (v. 33). ¿Ves el enfoque del Salvador? No está en la capacidad, las circunstancias o incluso el tiempo. Está en Dios.
Es bueno hacer planes para el futuro, pero no dejarse consumir por ellos ni creer que uno tiene el control. Así que si te encuentras demasiado absorta por lo que puede o no puede suceder mañana, es el momento de recordar que sólo hay Uno que realmente sabe lo que te espera, y Él ha prometido cuidar de ti. Así que busca Su rostro y Su presencia, porque esa es la única manera de asegurarte de que tendrás esperanza y alegría independientemente de lo que suceda.
Padre, estoy tan agradecida de que mi futuro esté en Tus manos. Por eso, siempre puedo tener esperanza. Ayúdame a no dejarme consumir por las preocupaciones sobre lo que me espera, sino a confiar plenamente en Ti. Gracias por la paz que viene de saber que Tú tienes el control. Enséñame a centrarme en Tu reino y en Tu justicia, confiando en que si te busco a Ti primero, Tú te encargarás del resto. Dame la fuerza para caminar cada día con la seguridad de que Tú estás conmigo, guiando mis pasos y proveyendo para mis necesidades. ¡Alabado sea Tu maravilloso nombre! Amén.