El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas. Proverbios 11:28
Parte de lo que nos aqueja hoy como sociedad es nuestro enfoque en la riqueza material. Debido al aumento de la riqueza descubierta por el hombre, luego de la revolución industrial, el acceso a mayores bienes y servicios, o por lo menos a la aspiración a ellos, hizo que nos volviéramos un tanto cómodos y egoístas, perdiendo así gran parte de nuestra comprensión de lo que es realmente importante. En la mayoría de los casos, tenemos recursos más que suficientes para nosotros y nuestras familias. Lamentablemente, muchos han llegado a creer que si queremos ser importantes en este mundo, hay artículos críticos que debemos poseer, niveles esenciales de riqueza y notoriedad que debemos alcanzar.
Entendemos que gran parte de esto se debe al miedo. Tenemos miedo de perdernos algo, de no ser lo suficientemente buenos, de ser juzgados, de no tener las mismas oportunidades que los demás. Como resultado, podemos caer en la tentación de confiar en los bienes materiales, como nuestra fuente de valor y seguridad, en lugar de confiar en nuestro Salvador, Jesús. No ahorramos para el futuro, sino que optamos por las posesiones, hasta el punto de ponernos a nosotros mismos en grave peligro.
Sin embargo, la Palabra de Dios es clara: “El que confía en sus riquezas caerá; Mas los justos reverdecerán como ramas” (Proverbios 11:28). De hecho, el Salmo 62:10-12 nos enseña: “Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas. Una vez habló Dios; Dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder, Y tuya, oh Señor, es la misericordia; Porque tú pagas a cada uno conforme a su obra.”
No lo olvides, tu valor proviene de tu relación con el Salvador, no de tu cartera de inversiones, tus cuentas bancarias, tu salario o lo que posees. Esas cosas se desvanecerán y te fallarán. Sólo la intimidad con el Padre te dará el verdadero valor, la seguridad y la paz que tu corazón tanto anhela, y necesita (Hebreos 13:5).
Señor, gracias por ser la fuente verdadera e infalible de mi valor y seguridad. Cuando me sienta tentada a sentirme inadecuada por lo que no tengo, ayúdame a recordar todo lo que me has dado, por Tu amor y Tu bondad, que no tienen límites. En El Nombre de Jesús Amén.
