Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado. Romanos 14:23
El apóstol Pablo en carta a los Hebreos nos recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios (Heb. 11:6). Siempre que Dios nos revela algo, espera que lo creamos y adaptemos nuestras vidas en consecuencia. ¿Qué significa esto? Significa que confiamos implícitamente en Él para todas nuestras necesidades porque Él dice que proveerá (Fil. 4:19). Significa que afrontamos las crisis con la seguridad de que Dios sacará algo bueno de ellas (Rom. 8:28). Significa que superamos la ansiedad durante situaciones estresantes porque Dios nos instruye para que le presentemos nuestras peticiones (Fil. 4:6). Significa que nunca debemos preocuparnos por estar solos porque Dios dijo que nunca nos dejaría ni nos abandonaría (Dt. 31:6). Significa que, a pesar de lo que suceda en nuestras vidas, nunca dudaremos del amor de Dios porque Él nos ha dicho que nos ama con amor eterno (Jer. 31:3).
A veces tratamos de justificar nuestra falta de fe. Sabemos lo que Dios ha prometido, pero dudamos que Él haga una diferencia práctica en nuestra vida. Nos llenamos de ansiedad y nos excusamos diciendo: «¡Sólo me preocupo muy fácilmente!». Nos amargamos durante una crisis y razonamos que «¡Dios no podría sacar nada bueno de este dolor!». Apelamos a la ayuda de todos los que nos rodean cuando tenemos una necesidad; luego explicamos: «Sé que Dios puede proveer a mis necesidades, pero creo que debo hacer todo lo que pueda, por si acaso.»
Pongamos, efectivamente, nuestro mejor y mayor esfuerzo en medio de la dificultad, para ser perseverantes cómo lo pide El Señor. Sin embargo, que vaya, por delante de nuestra capacidad y dones, la fe en que Nuestro Padre de los Cielos, ya está a cargo, y de su mano poderosa, solo saldrá un resultado, que traerá a nuestra vida, los mejores beneficios, conforme a la más alta voluntad, que siempre El Señor ha prometido, hacer realidad en cada uno de sus hijos.
Señor, dame una fe que no desmaye, una fe que confíe en Tus promesas de bien, y en Tu perfección, por encima de cualquiera de mis limitados esfuerzos. De tu mano, cualquier resultado, será una victoria, o la lección para seguir avanzando en la grandiosa voluntad que me has preparado. En El Nombre de Jesús, Amén.