Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán. Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre. Salmos 34:1-3
La palabra de hoy, es un llamado poderoso y comprometido a la adoración perseverante magnificando continuamente la majestad de Dios, aún en medio de los grandes desafíos que la vida coloque en nuestro camino. El estudio de las escrituras es una de las principales formas para que conozcamos y comprendamos el carácter del Señor, y a partir de ese conocimiento, apreciemos el tesoro de su amor, las maravillas de su naturaleza y la perfección de cada una de sus obras, todo ello como causas fundamentales para que nuestra adoración a Él y su Santidad, nunca se detengan.
Para poder entender este concepto de alabanza, tengamos en cuenta la forma en que el apóstol Pablo respondió al ser encarcelado en Roma, tal como se relata en el primer capítulo de la carta a los Filipenses. En lugar de reprochar su situación, y caer en las quejas o vacilaciones de la cruel realidad por la que atravesaba, con gallardía aceptó el camino que el Señor había trazado para Él, y como una reafirmación de Su compromiso con el Padre, decidió, aún con más fervor, alabarlo y exaltarlo por encima de todo. Aunque preso, y ahora sin la posibilidad de expandir el Reino del Señor fundando Iglesias, Pablo se acogió con mansedumbre, fe y humildad a su situación y por medio de la correspondencia escrita legó a través de Sus cartas una de las piezas de la escritura más fundamentales e importantes del Nuevo Testamento.
Encuentra hoy en el ejemplo grandioso de fe, del apóstol Pablo, una evidencia de cómo podemos glorificar al Señor, aún transitando por valles de oscuridad y desolación, cuando las pruebas de la vida intentan llenarnos de desesperanza y miedo. Esta actitud de fe, perseverante y comprometida, en cualquier situación, no solo te llevará a conocer, mas y mejor al Señor, sino que también animará a otros a que vean tu testimonio.
Señor, no permitas que mi fe decaiga en las pruebas de la vida. Que por el contrario, encuentre en ellas, un nuevo motivo para glorificar Tu Nombre y alabar el cuidado y el amor que dispones, sin condiciones, para cada uno de Tus hijos. En El Nombre de Jesús, Amén.