Hijo mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, Y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón. Proverbios 7:1-3
Las promesas del Señor, son expresiones de Su amor por ti y anclas a las que puedes aferrarte en tiempos de tormenta. Cuando todo lo demás parezca derrumbarse, puedes apoyarte en lo que dicen las Escrituras, porque el Señor nos asegura: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:10-11).
Nada puede impedir el cumplimiento de la Palabra de Dios. Nada. ¿Por qué son tan imparables las promesas del Señor? Porque Su carácter es tu garantía de que se hará tal como Él dice que se hará. El Señor es perfecto, inmutable, veraz, sabio y todopoderoso, por lo que puede hacer exactamente lo que sea su perfecta voluntad. Nada es imposible para Él (Lucas 1:37; 18:27). No hay problema que el Señor no pueda resolver ni pregunta que no pueda responder. Esto hace que todas las promesas de las Escrituras sean seguras, y si utilizas Su Palabra como brújula, Él te mostrará cómo debes vivir.
Por tanto, levántate de esa situción que hoy intenta derrotarte, porque la realidad no está en lo que puedes ver, sino en lo que el Señor ha proclamado. Así que sumérgete hoy en Su Palabra y mantén tu corazón abierto a lo que Él desea enseñarte. Ciertamente, recibirás gracia para ayudarte en los momentos de necesidad y un ancla que te mantendrá firme por difícil que sea la tormenta.
Señor, eres digno de confianza, amoroso y verdadero. Guíame hacia promesas a las que pueda aferrarme. En El Nombre de Jesús, Amén.