El necio repite su necedad. (Proverbios 26:11)
Si una persona quiere tener éxito, hay dos cosas que debe considerar en oración y a conciencia: “¿Dónde he estado?” y “¿Adónde voy?”. Esto se debe, en primer lugar, a que una persona que no tiene una comprensión clara de su historia es propensa a repetir los errores del pasado. Esto es especialmente cierto en el caso de nuestros pecados, que a menudo tienen desencadenantes constantes. Como se nos dice a menudo, hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes, es una de las definiciones de locura. Así que tenemos que saber dónde están nuestros tropiezos para evitarlos en el futuro.
En segundo lugar, es importante comprender hacia dónde nos dirige Dios, porque cuando no tienes objetivos claros, no haces más que vagar por la vida. Sólo cuando tienes un objetivo que es a la vez poderosamente motivador e inspirador, te centras en el uso que haces del tiempo, la energía y los talentos, para alcanzar ese fin que te has propuesto.
Pero, sobre todo, hacerte las preguntas “¿Dónde he estado?” y “¿Adónde voy?” invita al Señor a entrar en tu pasado y en tu futuro. A través de ellas, Dios te sensibiliza ante las decisiones críticas que han cambiado tu rumbo, ya sea para bien o para mal. Te muestra qué factores están causando las dificultades que experimentas actualmente y te equipa para invertir las tendencias destructivas que han disminuído o coartado totalmente tu avance. Y de allí, te enseña una nueva forma de vivir: Su forma.
No te dejes encadenar por lo que has sido en el pasado, y no repitas tus errores. Pide a Dios que te revele dónde has estado y adónde vas, y permítele que te guíe en Su verdad y te enseñe a ser mucho más de lo que jamás has soñado o imaginado (Filipenses 3:7-14).
Padre, sólo Tú tienes una visión clara de por qué he cometido errores y de cómo puedo alcanzar Tus objetivos para mí en el futuro. Guíame, Padre, y ayúdame a caminar en Tu verdad. En El Nombre de Jesús, Amén.