Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado. Proverbios 18:10
Muchas personas están intensamente preocupadas por su trabajo, su familia, su economía, su salud, la política mundial, sus deseos insatisfechos e incluso por estar a la altura de las expectativas de los demás. Lamentablemente, en lugar de dirigir su atención a la provisión de Dios, muchos eligen preocuparse incesantemente por sus problemas. Siguen inquietos por el futuro y son incapaces de pensar en otra cosa que no sean los difíciles retos que tienen ante sí. Sus temores son continuos, afectan a otras áreas de su vida y a menudo se sienten absolutamente insuperables. En consecuencia, su incesante concentración en sus problemas les hace sentir como si sus vidas nunca fueran a mejorar.
Quizá hoy estés experimentando algo parecido. Pero permíteme que te lo asegure: El Señor nunca pretendió que soportaras un ataque continuo de ansiedad. Así no es como Dios quiere que vivas tú ni nadie. Por eso Jesús te instruyó “No os afanéis por vuestra vida… ¿quién de vosotros podrá, afanándose, añadir una sola hora a su vida? Buscad primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que no os preocupéis por el mañana, porque el mañana se cuidará de sí mismo” (Mateo 6:25, 27, 33-34).
Jesús no negó que exista la ansiedad. Hay muchas cosas en el mundo que pueden asustarnos. Pero señaló dos verdades significativas que es importante que tengamos en cuenta:
- Nuestros miedos no consiguen nada de valor.
- Nuestra atención debe centrarse en nuestro Padre, que provee fielmente.
En otras palabras, debemos mirar más allá de nuestros problemas y centrar nuestra atención en nuestro todopoderoso, sabio y amoroso Señor, que está preparado, dispuesto y es capaz de manejar cualquier cosa a la que nos enfrentemos. Al fin y al cabo, nada es imposible para Él (Lucas 1:37), así que en realidad nunca hay motivo para temer.
Señor, no quiero inquietarme, pero los retos pueden llegar a ser tan abrumadores. Ayúdame a centrarme en Ti, sabiendo que siempre sales en mi defensa, con Tus planes de bienestar y de paz, reservados a cada uno de los que hemos decidido seguirte fielmente. En El Nombre de Jesús, Amén.