Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida. (Proverbios 4:23)
Mientras ores, en medio de la dificultad, haz un pequeño ejercicio: baja la cabeza e imagina que Dios te abraza como un Padre amoroso que abraza a su hijo amado. Quizá te sorprendan las emociones que sientas. Es de esperar que te sientas seguro en Su amor abrumador por ti. Sin embargo, podrá, ser también posible que te sientas incómodo y desees apartarle porque, en algún lugar de tu corazón, las dudas y sus trampas pueden hacerte creer que no confías realmente en Él. Puede que ello sea producto de tu arrepentimiento por errores pasados. O puede que te des cuenta de que muchas veces conscientemente habías estado huyendo de Él toda tu vida, cuando lo único que realmente querías era sentirte seguro en los brazos de tu Padre celestial. Sea cual sea el caso, toma ese tiempo cómo el de mayor tranquilidad, en quietud y silencio, y permite que Dios se ocupe de las emociones y cuestiones que surjan. No temas. Él te enseñará lo que debes hacer. Sólo El Señor, puede eliminar cualquier obstáculo que tengas para conocerle, y puede atraerte a una relación más profunda e íntima de la que jamás hayas conocido.
Así que reflexiona: ¿Confías realmente en Dios? ¿Estás seguro de que Él es capaz de ayudarte? ¿Posees la total convicción de que el Señor está dispuesto a escucharte y a acudir en tu ayuda? Espero que sí. Pero si tu respuesta a cualquiera de estas preguntas es negativa, oro para que el Padre haga una obra poderosa en tu vida y te muestre sin sombra de duda que puedes depositar toda tu esperanza en Él. No sólo es digno de tu confianza; también te ama incondicionalmente y quiere mostrarte la vida extraordinaria para la que te creó. Así que dedica hoy algún tiempo a la oración y permite que Él te revele quién es en realidad.
Señor, Tú sabes lo que hay en mi corazón. Gracias por sanar mis heridas, ayudarme a superar mis errores del pasado y conducirme a la vida extraordinaria que tienes para mí. Te amo y confiaré en Ti, Padre. En El Nombre de Jesús, Amén.