Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. (Gálatas 5:25)
¿Alguna vez no sabes qué quiere Dios? Anhelas seguirle, obedecerle y “andar por el Espíritu” (Gálatas 5:25), pero no estás muy seguro de cómo hacerlo. A algunas personas les parece muy fácil, pero de algún modo a ti la aplicación práctica e esta verdad, se te escapa. No es tan difícil como crees. Veamos.
Caminar en el Espíritu significa sencillamente obedecer Sus impulsos iniciales. Lo haces entrenándote para ser consciente de la presencia de Dios contigo en todo momento. Cuando sientas que Él tira de tu corazón para que actúes, obedece, aunque aún no entiendas por qué lo hace.
Por ejemplo, puede que te sientas convencido de abandonar una conversación, apagar un programa de televisión o irte de un lugar cuestionable. Lo más probable es que el Espíritu te esté advirtiendo de una tentación de pecar que quizá no puedas resistir a menos que le obedezcas al instante.
O quizá hay alguien que te viene a la mente durante el día. Sabes que ha pasado por un momento difícil y que le vendría bien algo de apoyo. Puede que el Espíritu quiera ministrar a esa persona a través de ti y seguro que te da las palabras adecuadas para animarla.
Del mismo modo, el Espíritu Santo puede guiarte a buscar una oportunidad que nunca imaginaste que aprovecharías. Lo más sabio es someterse a Su plan, independientemente de que tenga sentido para ti o no. El Espíritu del Dios vivo conoce todas las cosas, incluido el futuro, y Su dirección siempre es para tu beneficio. No sólo estarás en el camino de la vida, sino que también la experimentarás en su máxima expresión.
Espíritu Santo, guíame. Hazme consciente de Tu impulso y permíteme obedecerte en todas las cosas. En El Nombre de Jesús, Amén