Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Mateo 5:7
Hay personas en tu vida a quienes Dios ha puesto específicamente para ayudarte y bendecirte, pero no siempre son quienes esperas. Jesús contó la historia de un hombre judío que viajaba de Jerusalén a Jericó y fue asaltado, golpeado y dejado casi muerto. Muchos pasaron de largo sin ayudarlo, incluso personas religiosas. Sin embargo, un samaritano —alguien despreciado por los judíos— se detuvo, mostró compasión y se encargó de su cuidado.
Con frecuencia esperamos ayuda de familiares, amigos o personas cercanas. Cuando no responden como esperamos, podemos sentirnos heridos o traicionados. Pero Dios, en Su bondad, suele consolarnos de maneras inesperadas. A veces, la ayuda llega a través de alguien muy distinto a nosotros, con quien quizá no coincidimos o no habríamos elegido.
No rechaces esa ayuda. Reconoce que Dios está obrando a través de esa persona. Agradece la misericordia recibida y responde mostrando bondad. Al hacerlo, te conviertes también en un instrumento del amor de Cristo, reconociendo Sus manos y Sus pies en acción en el mundo.
Señor, ayúdame a reconocer tu ayuda aun cuando llega de maneras inesperadas. Dame un corazón humilde y agradecido para recibir lo que tú provees. Enséñame a ver tu amor obrando a través de otros y a responder con misericordia y bondad. Úsame también como instrumento de tu gracia para bendecir a quienes me rodean. En El Nombre de Jesús, Amén.