Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 1 Juan 4:20
Si vivimos lo suficiente, inevitablemente enfrentaremos conflictos. En algún momento encontraremos personas que parecieran empeñadas en hacernos la vida difícil, ya sea en la familia, en el trabajo o en nuestras relaciones cotidianas. Tratar con quienes parecen oponerse constantemente puede ser uno de los desafíos más intensos de nuestra vida. Sin embargo, también puede convertirse en una oportunidad para crecer si permitimos que Dios nos enseñe. El Señor obra para nuestro bien incluso a través de personas complicadas.
¿Cómo manejamos estos conflictos? El pastor escocés Alan Redpath dijo sabiamente: «Si comienzas con Dios, tus enemigos se vuelven pequeños. Si comienzas con tus enemigos, quizá nunca conozcas a Dios». Como en cualquier desafío, empezar con el Señor nos da Su perspectiva, Su sabiduría, Su poder y Su amor hacia cada persona que encontramos. Él nos enseña a caminar en Su voluntad. Y cuando fijamos nuestra mirada en Jesús, Él nos capacita para “amar a nuestros enemigos y orar por quienes nos persiguen” (Mateo 5:44), de modo que podamos representarlo ante los demás.
Padre, enséñame a amar incluso a quienes me tratan con dureza. Quita de mí el deseo de responder con ira y lléname de tu compasión. Dame tu perspectiva para ver a cada persona como tú la ves, y ayúdame a orar sinceramente por quienes me han herido. Que mi vida refleje a Cristo y que tu amor transforme mis reacciones. Guíame a vivir en paz, humildad y obediencia a tus caminos. En El Nombre de Jesús, Amén.