Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. (Marcos 8:34)
A veces decimos: “Todos tenemos cruces que llevar. Mi cruz es mi jefe en el trabajo”, o “Mi cruz es un problema de salud”, o “Mi cruz es ese pariente”. Pero creo que hemos perdido el significado de la cruz. Si vivieramos en la Jerusalén del siglo I y vieramos a alguien rodeado de guardias romanos y llevando una cruz por la calle, no tendríamos ninguna duda de adónde iba esa persona. Sabríamos que esa persona estaba a punto de ser sacada de la ciudad, colocada en la cruz y crucificada. Alguien que llevaba una cruz era alguien a punto de morir. Por eso, cuando Jesús dijo: “Si alguno quiere acompañarme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”, los discípulos comprendieron lo que quería decir.
Tomar la cruz significa morir a nosotros mismos y querer la voluntad de Dios más que la nuestra. Esto no significa que sólo encontraremos adversidades o cruces, cuando decidamos caminar con Dios. Lo que sí significa es que ahora tendrás vida, y vida en abundancia, como prometió Jesús, porque quieres la voluntad de Dios más que la tuya propia. Jesús dijo: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.”. (Marcos 8:35).
¿Estás tomando tu cruz y siguiendo a Jesús? Llevar la cruz afectará e influirá en todos los aspectos de tu vida. El resultado será la vida tal como debe vivirse: en la perfecta voluntad de Dios.
Padre Celestial, al presentarnos hoy ante Ti, te entregamos nuestras vidas por completo. Ayúdanos a tomar nuestra cruz y a seguirte fielmente. Enséñanos el verdadero significado de la abnegación y el sacrificio por amor a Ti. Que encontremos nuestra identidad en seguirte y servirte, y no en las cosas de este mundo. Protégenos y líbranos siempre del mal Padre, te lo pedimos, En el nombre de Jesús, Amén.