Fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad. Colosenses 1:11
Quizás al leer este versículo te entusiasme la idea de recibir el poder que proviene de la gloriosa supremacía de Dios. Después de todo, ¿quién no quiere ser fortalecido por el Señor? Pero es importante comprender que Dios nos da Su poder con un propósito muy claro: para que podamos soportar todo con paciencia y con gozo.
El poder de Dios no es para que cumplamos nuestros propios planes ni para que todo sea fácil a nuestro alrededor. Más bien, Él nos fortalece para que podamos perseverar en las pruebas, mantenernos firmes en medio de las dificultades y continuar avanzando aunque el camino sea difícil.
Observa cómo Dios obra en nosotros:
Primero, nos da Su poder.
Ese poder nos permite desarrollar resistencia.
La resistencia fortalece nuestra fe.
Y cuanto más resistimos con paciencia, más profundizamos en nuestra vida de oración, en nuestro servicio, en nuestra adoración y en nuestra comunión con Cristo.
Dios quiere que madures, que crezcas espiritualmente y que te acerques cada vez más a Él. Las pruebas no son para destruirte, sino para fortalecer tu carácter y prepararte para mayores bendiciones.
Así que recibe hoy la fortaleza que Dios te ofrece. Persevera. Confía. Permanece fiel, y verás cómo Su poder te sostiene y te transforma.
Señor, gracias por la fortaleza que me das. Ayúdame a soportar cada prueba con paciencia, sabiendo que en medio de las dificultades Tu poder está obrando en mí. Que cada desafío que enfrento me acerque más a Ti y haga crecer mi fe. Dame la fuerza para servirte con amor, para bendecir a otros y para glorificarte en todo lo que haga. Gracias porque me estás preparando para cosas mayores. En el nombre de Jesús, Amén.