Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Salmo 103:12
Muchas personas viven atormentadas por los pecados del pasado. Los errores cometidos en otros tiempos pueden seguir pesando tanto que hacen que algunos se sientan continuamente indignos e incapaces de disfrutar de las bendiciones de Dios. Es una carga de culpa que permanece a pesar de que, una vez que alguien confiesa sinceramente su pecado al Señor, Él lo perdona completamente y restaura la comunión con Él.
Sin embargo, es común que, aun después de recibir el perdón divino, la persona sienta que debe seguir castigándose. Esto es un error y, en realidad, es una falta de respeto hacia la provisión perfecta de Cristo en la cruz.
La Palabra de Dios enseña que, cuando el creyente se arrepiente, el Señor borra sus pecados y ya no los recuerda. Por eso, para romper con esos pensamientos de condenación, es útil escribir una confesión sincera al Señor y, sobre ella, declarar lo que las Escrituras enseñan sobre el perdón. Leer y meditar en los pasajes que hablan del perdón ayuda a recordar la verdad de Dios: «Perdonado por Dios gracias al amor y la muerte de Jesús en la cruz».
El creyente es amado y aceptado incondicionalmente por el Señor. Es necesario creerlo y disfrutar de la plenitud de las bendiciones que Él tiene preparadas.
Señor, gracias por el maravilloso regalo de Tu perdón. Ayuda a cada corazón a aceptar plenamente la gracia que Tú ofreces y a dejar atrás toda culpa y vergüenza del pasado. Que cada persona pueda vivir con libertad, sabiendo que en Jesús es completamente perdonada y amada incondicionalmente. Fortalece la confianza en Tu amor y guía sus pasos en la nueva vida que Tú has dado. En el nombre de Jesús, Amén.