Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. (Éxodo 3:14)
Mientras pastoreaba el rebaño en medio del desierto, Moisés se encontró con algo sobrenatural: una zarza ardía intensamente, pero no se consumía. Desde aquel fuego, Dios le habló con autoridad, enviándolo a liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Como era de esperar, Moisés se llenó de temor. ¿Cómo podía él, un exiliado tartamudo, enfrentarse al poderoso Faraón?
Tal vez tú también has sentido que Dios te llama a algo que parece mucho más grande que tú. Una tarea para la cual no te sientes capacitado, preparado ni digno. Y, como Moisés, quizá le respondes con excusas, dudas o inseguridad. Pero recuerda: Dios no depende de tus habilidades. Él no se fija en tus limitaciones, sino en Su poder.
Cuando dijo: “YO SOY me ha enviado a ti”, Dios reveló que Él mismo sería el respaldo de Moisés. El Eterno, sin principio ni fin, iría delante de él, prepararía el camino y demostraría Su gloria a través de alguien que, a los ojos del mundo, no tenía nada especial.
Lo mismo sucede contigo. Si el Señor te llama, Él también te capacita. Solo necesitas dar el paso de obediencia. No se trata de lo que puedes hacer, sino de lo que Dios puede hacer a través de ti.
Señor, gracias por ser el gran YO SOY. Cuando me siento débil o incapaz, recuérdame que Tú eres mi fuerza y mi respaldo. Enséñame a confiar más en Tu poder que en mis capacidades, y a obedecerte con fe, aun cuando el camino parezca difícil. Úsame para cumplir Tu voluntad y glorifica Tu nombre a través de mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.