Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. (1 Samuel 15:22)
Saúl fue ungido rey con grandes promesas. Tenía una oportunidad única de marcar la historia de Israel bajo el favor de Dios. Sin embargo, su desobediencia disfrazada de religiosidad le costó caro. Cuando Dios le ordenó destruir completamente a los amalecitas, Saúl decidió reservar lo mejor del botín y perdonar al rey enemigo, creyendo que podía justificar su decisión presentando sacrificios al Señor.
Pero Dios no busca sacrificios motivados por conveniencia o por la apariencia externa de piedad. Él anhela corazones obedientes. La obediencia parcial, aunque envuelta en buenas intenciones, sigue siendo desobediencia.
Este pasaje nos confronta con una verdad directa: a Dios le importa más nuestra obediencia sincera que nuestras obras impresionantes. No quiere nuestras ofrendas si no vienen acompañadas de un corazón rendido.
En tu vida, puede que el Señor te esté guiando a tomar decisiones difíciles. Tal vez te ha mostrado una dirección clara, pero estás tentado a adaptarla a tus propios planes. No caigas en la trampa de pensar que puedes compensar la falta de obediencia con “buenas obras”. Confía en que Su voluntad es perfecta, incluso cuando cuesta.
Padre, perdóname por los momentos en que he seguido mis propios caminos, pensando que podría justificar mi desobediencia. Enséñame a obedecerte por amor, con un corazón rendido y atento a Tu voz. Ayúdame a comprender que no hay mayor adoración que hacer Tu voluntad. Dame humildad para dejar mis planes y fe para seguir los Tuyos, sabiendo que en la obediencia hay bendición. En el nombre de Jesús, Amén.