Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro. Job 23:10
Dios permitió que Job sufriera una pérdida inimaginable por razones que solo Él conoce. No fue consecuencia de alguna maldad en su vida; de hecho, Job es descrito como “perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Sin embargo, el Señor permitió que Satanás tocara todo lo que Job poseía, con la única condición de no dañar su vida.
Esta prueba tan profunda ilustra el misterio del sufrimiento en la vida del creyente. Incluso quienes caminan fielmente con Dios pueden enfrentar aflicciones que parecen insoportables e injustas. Sin embargo, a lo largo del dolor y la pérdida, el Señor jamás abandonó a Job. Le dio fuerzas, claridad y resistencia para atravesar cada etapa del quebranto. Y en medio de todo, Job fue transformado en su comprensión de Dios:
“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).
Y al final, el Señor restauró su vida y lo bendijo con aún más de lo que había perdido (Job 42:10).
De la misma manera, cuando atravesamos pruebas, podemos confiar en que nuestro Dios soberano está perfeccionándonos y preparando un futuro conforme a Su voluntad. Aunque no entendamos el “por qué”, sí podemos descansar en Aquel que comenzó la buena obra en nosotros y que la perfeccionará conforme a Su propósito eterno.
Padre Celestial, gracias porque Tú eres soberano sobre cada prueba. Ayúdame a confiar en Tu perfecta sabiduría cuando atraviese sufrimientos que no puedo comprender. Dame fortaleza para resistir, claridad para buscarte y fe para creer que me estás refinando para Tu gloria. Cuando el dolor me abrume, recuérdame el ejemplo de Job y Tu presencia constante. Hoy te entrego mis temores, confiando en que, a su tiempo, Tú me restaurarás y bendecirás. En el nombre de Jesús, Amén.
