Sin leña se apaga el fuego. Proverbios 26:20
Hay ciertos pensamientos y frases que surgen en tu mente que comienzan tu descenso cuesta abajo hacia la duda y la incredulidad. Puede que ni siquiera te des cuenta de que están allí. Por ejemplo, cuando los israelitas salieron de Egipto y vagaron por el desierto, sabemos que hicieron esta terrible declaración:”Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.” (Éxodo 16:3).
¿Realmente preferían morir en Egipto? ¿Creían realmente que el objetivo de Moisés era matarlos de hambre? ¿Cómo podrían llegar a tales conclusiones? Debemos entender que su razonamiento no comenzó en ese momento. Lo más probable es que comenzaran pensando algo tan simple como: ¿Me pregunto cuándo vamos a comer? Pero imagina la diferencia si en lugar de ser negativos, se hubieran enfocado en la asombrosa provisión del Padre en su nombre. Cómo el Dios que dividió el Mar Rojo, los guió por una columna de nubes de día y fuego de noche, cómo su maravilloso Libertador ciertamente los sostendría. Sin duda que enfocados en Su provisión, habrían estado llenos de fe.
Lo mismo es cierto para ti. ¿Están tus pensamientos avivando las llamas de tu fe o ahogándola con dudas? Si la incredulidad caracteriza lo que piensas, entonces edifica tu mente con Su verdad. Al hacerlo, derribas argumentos y toda pretensión que se opone al conocimiento de Dios (2 Corintios 10:5) y te aseguras de estar arrojando leña al fuego correcto.
Señor, confieso que muchas veces, en medio de las dificultades y problemas, el miedo coloca en mi mente, pensamientos que ahogan mi fe. Identifica las fortalezas de la incredulidad en mi vida y reemplázalas con Tu verdad para que pueda caminar en la victoria que deseas que yo obtenga, siempre para Tu gloria. En El Nombre de Jesús, Amén.