La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu. Proverbios 15:4
El rey Salomón conocía las consecuencias de una conducta inmadura e insensata. Desde muy joven, pidió a Dios que le diera un corazón sabio y perspicaz (1 Reyes 3:9), petición que Dios le concedió. Aunque la Biblia se refiere a él como sabio (1 Reyes 4:30), Salomón no estuvo exento, cómo ser humano de carne y hueso, de caer en comportamientos imprudentes. No obstante, escribió el Eclesiastés, rico en consejos y aplicaciones.
Mientras navegaba por las páginas de este libro, el Señor traspasó mi corazón. Deteniéndome en nuestro versículo clave de Eclesiastés, el noveno versículo del capítulo siete que dice, «No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios.», sentí el peso familiar de la convicción de una idea que llama rápidamente a Tu conciencia.
Las circunstancias, en lugar de una buena conciencia, dictaron durante mucho tiempo mi respuesta a lo que fuera o a quien fuera que estuviera a mi alrededor. Nunca se me pasó por la cabeza la idea de “pensar antes de actuar”. En lugar de eso, soltaba lo que se me pasaba por la cabeza, ignorando el impacto que mis palabras tenían en los demás y el daño que hacían a mi testimonio. Necesitaba y quería cambiar.
No fue hasta que empecé a buscar una PAUSA que mis relaciones mejoraron gradualmente, y las cadenas de hostilidad que ataban mi corazón empezaron a caer.
Y me refiero a PAUSA en mayúscula porque de esa palabra cree un acrónimo que podría servirte usando cada una de las letras con los siguientes significados:
Practicar la paciencia
Ajustar nuestra actitud
Usar nuestra experiencia
Soltar las cargas
Aplicar la racionalidad
Podríamos resumir estos 5 pasos de la siguiente forma: Tener la paciencia para responder a una dificultad no en el momento en el que ocurre que sería el de mayor exaltación, sino con “cabeza fría” para que la angustia no nos juegue en contra. Ajustar nuestra actitud al momento que vivimos sabiendo que no podemos controlar todo lo que nos ocurre, pero si cómo respondemos cada uno, a aquello que nos pasa. Usar nuestra experiencia para ver que reacciones tuvimos en situaciones pasadas similares, y de acuerdo a ello tomar una mejor o más acertada decisión en relación al pasado. Soltar nuestras cargas ante El Señor, y dejarle aquello que ha escapado de nuestras manos humanas y falibles, en sus manos perfectas que todo lo pueden. Y finalmente, ser racionales, para que prive en nosotros la mansedumbre y la calma y no el descontrol, la rabia o la ira, enemigos que podrían llevarnos a pasos en falso, difíciles de corregir.
Recuerda, en la prueba no decaigas, ni te descontroles. Haz una PAUSA, que por ello, el Señor sin dudas, te recompensará.
Padre Celestial, ayúdanos a tomar una PAUSA antes de reaccionar. Ayúdanos a refrenar nuestros temperamentos para que hablemos palabras de amor y paz. En el Nombre de Jesús, Amén.
