Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. (Isaías 40:8)
¿Has contemplado alguna vez cómo es Dios en toda su grandeza y divinidad? ¿Lo inmenso e insondable que es (Isaías 40:8-26)? La Escritura nos dice que temamos al Señor, pero eso no significa que nos aterrorice acercarnos a Él. Al contrario, significa que debemos respetarle reconociendo que Él es la máxima autoridad con la mayor sabiduría y poder. Y debemos someternos a Su liderazgo porque Él es un Dios santo e infinito: Sus instrucciones para nosotros son perfectas, Él tiene el control y nunca ha roto una promesa.
Estar cerca de Aquel que es soberano y divino es el mayor privilegio que se nos concede a ti y a mí. Esto debería motivarnos a disfrutar y honrar nuestra comunión con Él. Asimismo, estar en Su presencia nos ayuda a conocer Su carácter y a inculcar ese carácter en nuestras propias vidas.
Así que reflexiona: ¿Estás experimentando un tiempo regular y constante a solas con el Señor? ¿Le estás conociendo realmente? Haz un inventario honesto de tu actitud hacia Dios y de tu relación con Él. Si realmente lo ves como tu amoroso y omnipotente Creador, Rey y Redentor -el Dios soberano que te conducirá al éxito en cada empresa-, querrás pasar tiempo con Él y confiarás en los planes que tiene para ti. Pero si Le ves como una fuerza desinteresada o como una deidad cruel que está deseando castigarte, no es de extrañar que no te sientas impulsado a estar cerca de Él. Si no te sientes inspirado a experimentar la presencia del Señor, examina a qué se debe. Puede que tu percepción de Él sea inexacta, formada por experiencias negativas con otras figuras de autoridad y no por Su verdad. Debes superarlo, porque el camino hacia la alegría comienza con una relación con Él.
Padre, abre mi corazón y dame una comprensión exacta de quién eres Tú. Quiero conocerte, Señor, y caminar junto a Ti cada día de mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.