Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas. Porque el que me halle, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová. Proverbios 8:34-35
¿Cómo triunfaron los grandes hombres y mujeres de Dios en la antigüedad sobre las pruebas devastadoras que soportaron? ¿Cómo se mantuvieron valientes a pesar de las adversidades abrumadoras y los temibles enemigos? Fue mediante el principio sobre el que David escribió en el Salmo 26:2-3: “Examíname, Señor, y pruébame; pon a prueba mi mente y mi corazón. Porque delante de mis ojos está tu misericordia, y en tu verdad he andado”. En otras palabras, David superó sus temores pidiendo a Dios que revelara cualquier forma errónea de pensar en su interior y la sustituyera por los hechos y los principios infalibles del Señor.
Pablo lo explicó así en 2 Corintios 10:5: “Destruimos las especulaciones y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo.” Estos hombres rechazaron sus modelos destructivos de pensamiento, prefiriendo creer lo que Dios decía de ellos.
¿Cuáles son las experiencias más dolorosas que has vivido? ¿Y qué emociones te asaltan como consecuencia de esas dificultades? Ahora considera esto detenidamente: Cuando esos sentimientos afloran en tu interior, ¿cuáles son los pensamientos que se repiten en tu mente? ¿Hay mensajes que has llegado a aceptar como resultado del dolor que has experimentado? Comprende que si tus pensamientos no se corresponden con la Palabra de Dios, son falsos y deben ser suplantados. Identifícalos para que puedas hallar la victoria sobre ellos.
Si gobiernas deliberadamente lo que piensas, transformarás tus emociones: las manejarás en lugar de que ellas gobiernen sobre ti. Y cuando elijas cómo te sientes y pongas tus creencias en consonancia con lo que Dios dice de ti, el Señor te dará valor y te transformará en la persona que Él creó para que fueras.
Padre, quiero creer en Tu verdad, no permanecer en la esclavitud. Por favor, muéstrame cuándo mis pensamientos no se correspondan con Tu Palabra y condúceme a la verdadera libertad que sólo Tu brindas. En El Nombre de Jesús, Amén.
