Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su pecado. Proverbios 5:22
Es posible que hoy te sientas tentado a satisfacer tus propias necesidades en lugar de esperar a que Dios te ayude. Puede que te invadan tanto tus emociones y deseos que te sientas impulsado a actuar, aunque eso signifique desobedecer al Señor. Pero no lo hagas. Amigo y amiga que lees estas líneas, tales tentaciones están destinadas a llevarte a la esclavitud, dejándote atrapado en la prisión del pecado. Ahí es donde al enemigo le gustaría mantenerte: limitado por tus propios recursos e inconsciente de todo lo que tienes a tu disposición a través de tu relación con Cristo.
Verás, tras años de autoprotección, hay ciertas áreas de tu vida en las que el Padre debe trabajar para liberarte. Por eso te enfrentas a este tiempo de prueba y espera: porque Dios está sacando a la superficie cuestiones de tu vida en las que necesita trabajar. Para librarte de las prisiones internas que soportas, el Señor te permitirá enfrentarte a situaciones en las que no tendrás más remedio que confiar en Él. Al hacerlo, Él te libera de esas ataduras del pecado y te introduce en la vida abundante para la que te creó.
Así que no sigas adelante ni sucumbas hoy a la tentación. Permite que el Padre se te revele y te libere de la esclavitud que te mantiene herido. Aprende el poder de Su presencia en tu dolor, la profundidad de Su amor en tu pérdida y Su paciente sabiduría a pesar de tus quejas. Porque cuando lo hagas, verás con certeza que, en efecto, puedes “quedarte quieto y ver la salvación del Señor que Él realizará para ti” (Éxodo 14:13).
Padre, no sé cómo liberarme de la esclavitud que hay en mí, pero te agradezco que Tú sí lo sepas. Esperaré en Ti, confiando en que Tú me guíes hacia la vida abundante. En El Nombre de Jesús, Amén.