Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre. (Proverbios 1:8)
La obediencia a los padres es el camino seguro para una vida de bendición. Los hijos que honran y con humildad y diligencia obedecen a sus padres reciben la promesa de una vida espiritual larga y exitosa. Pero los que cierran sus oídos, e ignoran la enseñanza, guía, e instrucción de sus padres, éstos construyen los puentes que los llevarán a caminos de desastre.
Muchos hijos, seducidos en medio de su debilidad, por las malas compañías y arrastrados, sin ninguna barrera que los detenga, por las pasiones mundanas, han tomado caminos tortuosos y han caído en profundos abismos. ¡Cuántos jóvenes son hoy prisioneros de estímulos perniciosos para sentir un placer momentáneo: las drogas, cautivos del alcohol, creyendo hallar en el, sentido a la vida, o atrapados en un laberinto de pasiones desordenadas como la impureza del cuerpo, porque no han escuchado los consejos de sus padres! ¡Cuántos matrimonios han acabado en separación porque los hijos se han pensado más sabios que la experiencia de sus padres!
¡Cuántos fracasos morales, cuántas lágrimas amargas, cuántas muertes prematuras, porque los hijos prefirieron escuchar otras voces antes que aquellos que los vieron crecer! La desobediencia a aquellos que en esta vida, fueron puestos por el Señor para traérnos al mundo, es un signo claro de la pérdida de valores de nuestra generación. El conflicto constante en la relación entre padres e hijos es una prueba inquebrantable del camino hacia el fracaso que transita nuestra civilización.
La única forma de tener familias sólidas y una sociedad justa es recurrir a los preceptos de la palabra de Dios. Si eres Padre, guía con amor a Tus hijos, instrúyelos diariamente en la oración, que conozcan primeramente al Señor, y sepan que nada el mundo podrá suplir esa compañía que Él nos da, que por lo demás, es infalible y poderosa. Y cómo hijo, comprende, sigue y pide sin temor el consejo a Tus Padres, hónralos en todo momento, como el Señor espera de cada uno de nosotros y apoyáte también en Él, ante las desaveniencias, las diferencias y los problemas. Con Amor, nuestro Padre Celestial nos dará el camino, para sanar las heridas, restaurar las relaciones y retomar el camino de la obediencia, comunión fraterna y afecto cómo Padres y como hijos.
Así Sea.
