Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Deuteronomio 8:1
¿Sabes escuchar? Es una habilidad esencial en toda relación, y eso incluye nuestra comunión con Dios. A la mayoría de nosotros se nos da mejor hablar con Él que escucharle. Nos apresuramos a contarle nuestras necesidades y peticiones, pero a veces tenemos tanta prisa que pasamos por alto consultar Su Palabra para ver qué tiene que decirnos.
La triste verdad es que muchos cristianos preferirían saltarse la lectura de la Biblia antes que saltarse cualquier otra cosa de su rutina diaria. Sin embargo, la Palabra de Dios es el fundamento de nuestra fe, y necesitamos darnos un festín con ella regularmente si queremos prosperar espiritualmente. El estudio diario de las Escrituras da como resultado una mente transformada, que a su vez alinea nuestra perspectiva, deseos, actitudes, palabras y elecciones con la voluntad del Señor.
Aunque cada versículo de la Biblia está inspirado por Dios y nos ha sido dado para nuestro beneficio, no oiremos Su voz a menos que hagamos de Su Palabra una prioridad. Si se lo pedimos, Él nos enseñará a escuchar y nos ayudará a comprender lo que dice en las Escrituras. Nuestro espíritu necesita estar sintonizado con el Padre, y esta sensibilidad se desarrolla mediante la oración, la meditación de Su Palabra y un corazón sumiso que obedece Sus mandatos.
Señor, que pueda yo tener un espíritu manso y ser humilde de corazón, para estudiar Tus enseñanzas, poniéndolas como prioridad en mi vida, pues a través de ella, Tu me hablas, Te revelas y me muestras la voluntad que deseas prosperar en cada uno de Tus Hijos. Gracias por Tu fidelidad, Padre. En El Nombre de Jesús, Amén.