Oirá el sabio, y aumentará el saber, Y el entendido adquirirá consejo, Para entender proverbio y declaración, Palabras de sabios, y sus dichos profundos. (Proverbios 1:5-6)
Uno de los secretos para una vida victoriosa consiste en aferrarse a las verdades divinas que hallamos en la sabiduría insondable que contiene la Palabra de Dios. Mucha gente se destruye cada día por seguir los consejos del mundo, que viniendo del hombre son imperfectos, y aún inconscientemente, nos llevan a transitar caminos escasos de sabiduría y de virtud.
El hombre sabio cierra sus oídos a la voz de los que se han apartado del Señor, no por prejuicio, ni con una actitud de superioridad, sino con una actitud de prevención, porque ancha es la puerta que lleva a caminos que nos alejan de Dios. Y es que la búsqueda de los buenos frutos que solo El Señor puede darnos, muy probablemente nos lleven a la cosecha de ellos, en otras palabras: El prudente siempre buscará crecer en prudencia; el instruído siempre anhelará adquirir más capacidad para comprender los proverbios y las parábolas, el diligente y perseverante, siempre querrá crecer más en constancia y disciplina.
En un mundo en pleno movimiento, pararse o frenar, es retroceder. El conformismo con lo que es bueno es el mayor enemigo de lo que es mejor. La autoindulgencia es la capitulación del progreso. La falta de crecimiento es el signo más evidente de decadencia. Quien no crece, se atrofia. Quien no progresa, retrocede. Quien no busca la excelencia en lo que hace, se vuelve mediocre.
Si en los ámbitos cotidianos de la vida necesitamos demostrar este espíritu emprendedor, cuánto más en los asuntos eternos. Nuestro objetivo es alcanzar la estatura del hombre perfecto, ya que fuimos predestinados a hacernos a la imagen de Cristo. Para avanzar hacia esta plena madurez, debemos afinar nuestros oídos al diapasón de la verdad, avanzando de fe en fe y transformándonos de gloria en gloria, siempre fundados en la verdad mayor, la que nos revela La Palabra del Señor.
Que Dios nos de la gracia para oirle cada día, estudiar sus revelaciones y aplicarlas sabiamente en nuestras vidas, siempre para Su honra y Su gloria.
Asi sea.