El hombre se alegra con la respuesta de su boca; Y la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es! (Proverbios 15:23)
Espero que, mientras leas esto, puedas recordar alguna ocasión en la que alguien habló a tu vida de una forma poderosa, que supiste inmediatamente que la inspiración de aquella persona para Tu vida, era obra de Dios. Quizá fue un mensaje de consuelo durante una época difícil. O tal vez alguien te dio un sabio consejo en una importante encrucijada de tu vida. Incluso puede que, en un momento crucial, oyeras una palabra que te ayudó a saber que Dios estaba contigo.
Lo maravilloso del Padre, sin embargo, es que puede convertirte en la persona a través de la cual transmite esos mensajes vivificantes. Isaías 50:4 enseña: “Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado”. ¿Cómo lo hace Dios? Isaías continúa diciendo: “despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás.” (vv. 4-5).
Dios asume la responsabilidad, en su amor, perfecto e insondable, de convertirte en la persona que le honra y anima a los demás. Pero, ¿te has dado cuenta de tu parte en el proceso? El Padre te enseña Sus caminos, pero es absolutamente crucial que pases tiempo con Él a diario, le escuches y obedezcas todo aquello que quiere sembrar en Tu corazón.
Por ello tómate el tiempo de reflexionar: ¿Hay alguien que necesite una palabra de ánimo, de consuelo, de esperanza? ¿Hay alguien que te haya pedido un consejo sabio o que apreciaría una nota tranquilizadora en la que expreses que le acompañas en su dificultad? El Señor te dará el mensaje adecuado para él o ella, si vuelves tu corazón hacia Él y le prestas atención, pues el desea que también seamos para otros instrumentos de Su gracia y de Su amor.
Señor, conozco a la persona a la que quieres que me acerque. Habla Tu mensaje de vida a través de mí para que esta persona se anime, gane esperanza y encuentre en Ti la fortaleza que necesita para seguir adelante. En El Nombre de Jesús, Amén.