Y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros. Hechos 14:15
El problema de estudiar pasajes bíblicos muy conocidos es que rara vez nos detenemos lo suficiente para procesar lo que las personas involucradas debieron sentir. Sabemos cómo termina la historia, y eso nos hace avanzar rápidamente sin reflexionar. Pero Dios quiere que leamos Su Palabra con atención, sensibilidad y profundidad.
Con demasiada frecuencia pasamos por alto el temor que David debió sentir cuando enfrentó a Goliat, el dolor del rechazo, la soledad y el desgaste físico que experimentó mientras huía por el desierto. De la misma manera, olvidamos la frustración y el agotamiento del pueblo de Israel durante sus largos años en el desierto. Al conocer el final, perdemos de vista el peso emocional del proceso.
Cuando te acerques a la Palabra de Dios, recuerda que las personas en esos relatos no sabían cómo terminaría su historia, igual que nosotros hoy. Si solo lees los hechos sin considerar lo que vivieron y sintieron, te pierdes algunas de las lecciones más ricas de la Escritura. Ponte en su lugar, camina en sus sandalias e imagina lo que fue enfrentar sus pruebas y, aun así, ver a Dios obrar poderosamente.
Señor, enséñame a leer tu Palabra con un corazón sensible y atento. Ayúdame a comprender no solo los hechos, sino también las luchas y emociones de quienes caminaron contigo. Permite que tu verdad penetre profundamente en mi vida y transforme mi manera de pensar y vivir. Abre mis ojos para ver tu fidelidad obrando en cada historia… y en la mía también. En El Nombre de Jesús, Amén.