Como los repartimientos de las aguas, Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; A todo lo que quiere lo inclina. Proverbios 21:1
A veces los que tienen autoridad sobre nosotros pueden parecer inamovibles e incluso algo más allá de la influencia de Dios. Sin embargo, Lucas 2 nos cuenta que César Augusto decretó que todos los habitantes de la tierra debían regresar a su ciudad de origen para hacer un censo. Esto no parecía tener nada que ver con el Señor, y sin duda César creyó que había tomado la decisión por su cuenta para cobrar impuestos a los ciudadanos.
Pero desde la eternidad pasada, el Señor decidió quién sería el emperador romano y cuándo haría la declaración histórica que significaría que José de Nazaret llevaría a María a Belén y finalmente daría a luz a Jesús allí. Esto, por supuesto, fue en cumplimiento de Miqueas 5:2, que el Mesías nacería en Belén, la Ciudad del Rey David. Dios cambió el corazón del César para hacer un decreto que finalmente mostraría más allá de una sombra de duda que Jesús era quien Él dijo que era, el Mesías Prometido del linaje de David.
Ahora tal vez te estés preguntando, ¿Qué tiene que ver esto conmigo? Mucho si lo analizamos en términos de las Santas Escrituras. Y es que el mismo Dios que diseñó todas estas increíbles circunstancias para proveer sus promesas de salvación, está disponible para Ti hoy, y siempre, y Su capacidad para ayudarte es absolutamente ilimitada. Todas las cosas concernientes a tu vida-incluyendo los corazones de las personas en autoridad sobre ti-están en Su mano. Puede que no seas capaz de influenciar directamente a las personas que podrían cambiar tus circunstancias, pero Él ciertamente puede y lo hará. Así que anímate hoy, y sé consciente de que Él está dirigiendo tu situación y te está ayudando poderosamente aun cuando no lo parezca.
Confía, pues la mano de Dios nunca dejará caído a uno de sus hijos.
Asi sea.
Señor, gracias, porque gobiernas todo en la creación y cada evento, cada corazón y cada intención de los hombres están en Tus manos. Gracias por las maneras en que me ayudas y por las promesas de bendición que has declarado, para todos aquellos quiénes te siguen y te sirven fielmente. En El Nombre de Jesús, Amén.
