Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán. Proverbios 9:11
Aunque la obediencia puede parecer difícil a veces, la alegría que viene de servir a Dios con diligencia, y compromiso, es tremendamente satisfactoria y fructífera. Por ejemplo, en Lucas 5:1-11, Pedro fue sorprendido por la petición de Jesús. Pedro había pescado toda la noche y aún, pacientemente aguardando alguna presa para su red, no había tenido éxito alguno. Sin embargo, en un momento de desmotivación y angustia para Pedro, el Señor Jesús le sugirió que volviera al mar de Galilea para intentarlo una vez más. Al experimentado pescador le pareció ridículo. La mayor parte de la pesca comercial se hacía de noche para evitar el calor del día. Además, él y su tripulación estaban agotados por una noche difícil e improductiva. Es comprensible que se resistiera a la petición del Señor. Sin embargo, al seguir las instrucciones que a su parecer eran ilógicas, Pedro vio la gracia del cuidado de Dios y fue testigo de cómo sus redes, ahora desbordaban llenas de una fresca provisión de alimentos.
Del mismo modo, habrá momentos en que Dios te pida hacer algo que no tiene sentido desde tu perspectiva. Puede que estés cansado. Tal vez hayas pasado por ese camino antes y hayas experimentado la derrota. Te preguntas por qué deberías malgastar tu vida en otro fracaso. Sin embargo, debes tener la misma respuesta que Pedro: Haré lo que Tú digas. (v. 5). Debido a que Jesús es Dios, debes someterte a lo que Él te pida porque, lo creas o no, teniendo en cuenta, que su conocimiento infalible, es por supuesto, mayor que el nuestro, el cuál ya es limitado y errático.
Pedro tomó la decisión correcta, y esta decisión cambió su vida para siempre. Navegó su barca de regreso a las profundas aguas de Galilea y echó sus redes -sólo para sacar una cantidad tan grande de peces… que sus redes comenzaron a romperse. Lucas 5:6. Así que obedece al Señor y prepárate para una bendición milagrosa. Él multiplicará tu eficacia y el impacto de tu vida de maneras que nunca habías imaginado.
Señor, no entiendo muchas veces Tu dirección, pero te obedeceré, confiado en que Tú siempre me guías de la mejor manera posible. Incluso cuando las cosas no tienen sentido para mí, ayúdame a confiar en Tu sabiduría y en Tu tiempo que a diferencia del mío, es perfecto y no falla. Te entrego mis planes y deseos, sabiendo que Tú sabes lo que es mejor para mí. Fortalece mi fe para que pueda seguir Tu guía sin dudar, y por favor, abre mi corazón para recibir Tus bendiciones,de forma que mi obediencia traiga gloria a Tu nombre. En el nombre de Jesús, te lo ruego. Amén.