Él provee de sana sabiduría a los rectos; Es escudo a los que caminan rectamente. Proverbios 2:7
Hebreos 4:16 nos instruye: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.» La razón por la que podemos estar confiados al acercarnos al trono de Dios es que se describe como un lugar de bondad y misericordia para nosotros. Nuestro amoroso Padre celestial continuamente nos extiende Su favor inmerecido aun cuando, justamente, no lo merecemos.
Esto debería llenarnos de alabanza hoy. Pensemos en ello: El trono de gracia del Señor se describe en Apocalipsis 4 como un lugar de autoridad, poder y majestad. Lo más importante es que es el lugar donde Dios Padre gobierna el universo con sabiduría, fuerza y justicia. A su derecha está su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo, que «vive siempre para interceder por ellos (nosotros)» (Hebreos 7:25). De hecho, es Jesús quien nos permite tener confianza cuando nos acercamos al trono del Padre, porque «no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que ha sido tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Hebreos 4:15). Jesús entiende todo a lo que nos enfrentamos y también cómo superar todos nuestros desafíos de una manera que sea agradable al Padre.
Por ello hoy puedo asegurarte, no hay nada oculto para el Señor. Él conoce cada fibra de tu corazón y cada lucha que soportas. Y Jesús amorosamente sirve como tu gran Sumo Sacerdote. La bendición de la sabiduría es que sabes con certeza que Él te defiende, respondiendo a cada acusación del acusador con palabras de perdón y restauración. Así que acude diariamente al trono de la gracia con todo lo que agobia tu corazón, y avanza con confianza. Siempre encontrarás en él un lugar de amor, misericordia y bondad desbordantes para ti, donde hallarás gracia y sabiduría para todo lo que tengas que afrontar.
Señor, gracias por recibirme siempre con misericordia y darme Tu ayuda. ¡Eres digno de toda mi alabanza! Hoy vengo ante Tu trono con confianza, sabiendo que eres un Dios de misericordia y gracia. Pongo mis cargas a Tus pies, confiando en que Tú comprendes mis luchas y me darás la sabiduría y la fuerza que necesito. Gracias, Padre, por interceder por mí y por ser Quien me defiende. Ayúdame a caminar en Tu paz, sabiendo que siempre soy bienvenido en Tu presencia. En El Nombre de Jesús, Amén.
