Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra. 2 Tesalonicenses 2:16-17
Cuando necesitamos recobrar nuevas fuerzas y ganar renovadas esperanzas, en medio del dolor de la pérdida y la decepción, hay una invitación a asirnos de la mano firme de la gracia de Dios. Él nos ofrece alivio para nuestra angustia. Él nos ofrece paz mental para los pensamientos acelerados que pueden conducirnos a la incertidumbre de las hipótesis como: «y si, sucediera esto o aquello, que pasaría si… y si, volviera a aquel camino de dolor» todas las hipótesis que quedan vivas por la estela de una pérdida dolorosa.
Es, con mayor fuerza, en esos momentos, que Jesucristo mismo desea ser nuestra paz. Él conoce lo profundo de nuestro sufrimiento. Entreguemos nuestros corazones a su consuelo y fortaleza, mientras el Espíritu nos envuelve con el abrazo tranquilizador de Su amor. Su compasión nos cubre por completo. Hoy podemos descansar en su consuelo.
Por ello, mientras atravesamos las dificultades que nos trae la vida, es esencial aprender a descansar en la gracia suficiente del Señor. Sólo asi, podremos encontrar fortaleza en Su presencia, sabiendo que Su mano consoladora siempre está ahí para guiarnos.
Hallemos la paz del Señor, trabajemos y obremos por ella, y caminemos en su sendero, sabiendo que no importa la dificultad que enfrentemos, el amor inquebrantable de Dios nos llevará a través de la tormenta, proporcionando consuelo y esperanza en medio de cada desafío, volviéndonos nuevamente a puerto seguro.
Señor, quiero que me envuelvas con tu abrazo reconfortante cuando eleve mi corazón hacia ti. Confío en tu fuerza que no varía y es infinita, cuando mis limitados esfuerzos parezcan acabarse. Rodéame de tu paz perfecta. Ayúdame a entregarte mis miedos e incertidumbres, sabiendo que Tú sostienes mi futuro. Por favor, calma los pensamientos ansiosos de mi corazón y sustitúyelos por Tu paz, que sobrepasa todo entendimiento. Que Tu consuelo cure mi alma, y que Tu amor restaure mi esperanza. Confío en que Tú me guiarás a través de cada prueba, y en Tu presencia, encontraré el descanso y la fuerza que necesito. En El Nombre de Jesús, Amén.