El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Lucas 6:45
Si alguna vez te han pedido que des tu testimonio, probablemente hayas respondido contando a los demás lo que el Señor ha hecho por ti. Sin embargo, aunque se nos ordena compartir nuestra fe con los demás, esta acción por sí sola no constituye todo el testimonio que podemos dar, de la bondad, amor y misericordia del Señor para con nosotros.
Desde un punto de vista individual, Tu testimonio es triple. Incluye tu carácter (quién eres), tu conducta (lo que haces) y tu conversación (lo que dices). Todos son muy importantes, y cuando un elemento del trío no concuerda con los otros, enturbia tu testimonio. De hecho, el aspecto más importante de tu testimonio es tu carácter. Aunque no se ve ni se escucha, produce frutos que demuestran lo que realmente hay en ti. Esto se debe a que lo que realmente hay en ti influirá directamente en tus acciones y en tu comunicación (Mateo 7:17-18).
Esteban era un evangelista que fue seleccionado para el servicio entre los de la iglesia en Jerusalén. Fue elegido porque era un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo (Hechos 6:5). Este testimonio de su carácter piadoso quedó especialmente claro cuando algunos de los líderes religiosos se levantaron contra él. Aunque lo apedrearon hasta que murió, con su último aliento oró: «¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!». (Hechos 7:60). Nada de lo que dijo o hizo entraba en conflicto con quien decía ser; fueron sus acciones y palabras las que confirmaron la presencia de Cristo en su interior.
Por eso hoy quiero preguntarte, ¿confirman tu carácter, conducta y conversación la presencia gobernante de Jesús en tu vida? La gente tendrá más facilidad para creer tu testimonio cuando tu vida sea consistente en las tres áreas. Así que pídele a Dios que escudriñe tu corazón, te limpie de todo lo que te aleje de Él y haga que tu testimonio sea tan poderoso como pueda serlo por amor a Su nombre.
Señor, quiero ser un testigo poderoso para Ti. Escudríñame y revela cualquier camino impío en mí para que mi carácter, conducta y mis palabras sean hermosos reflejos de Tu gracia, edificando a todos cuánto me rodean. En El Nombre de Jesús, Amén.