No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2
Cuando oyes la palabra rendición, ¿qué te imaginas? Mucha gente se imagina conflictos militares, fuerzas dominantes y banderas blancas. Sin embargo, nunca deberíamos pensar en el acto de someter nuestras vidas a Dios como algo traumático. Al contrario, es una experiencia maravillosa que puede enriquecer nuestras vidas y darnos una gran paz. ¿Por qué, entonces, tenemos tanto miedo de entregar las riendas de nuestras vidas a Su omnipotente y sabio liderazgo?
La respuesta está en nuestra naturaleza caída, que inmediatamente, hace prevalecer el Yo sobre cualquier otra realidad. Vivimos en un mundo que nos anima a enorgullecernos de lo que hemos conseguido y a protegernos de todo lo que pueda limitar nuestra libertad terrenal. Por eso, el concepto de rendirse a Dios es impensable para muchas personas.
Sin embargo, como creyente, el Padre te ha llamado a un nivel de vida más elevado. Él quiere ayudarte a alcanzar las metas para las que te ha creado, y para cumplir Su plan, debes someterte a Él. Hasta que no des este importante paso hacia Dios, te encontrarás en un estado de inquietud e incertidumbre. Sin embargo, una vez que rindas tu vida al Señor, Él desatará el cúmulo de bendiciones que te esperan.
En Romanos 12:1-2, el Padre te pide específicamente que te presentes a Él como un sacrificio vivo y que renueves tu mente para que puedas conocer Su voluntad. Dios quiere guiarte, dirigirte y bendecirte. Así que no temas entregarle tu vida a Él y experimentar todas las cosas maravillosas que Él ha planeado de antemano para que disfrutes. Ten la seguridad de que seguir Su liderazgo es siempre el camino más sabio que puedes tomar.
Señor, me entrego a Ti y a Tus propósitos, confiado en que Tú siempre me guiarás a la mejor vida, que solo es posible obtener, viviendo en Tu voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.