Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; Contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; Cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Salmos 9:1-2
¿Creciste con un apodo? Mi padre asignó a cada uno de sus hijos un apodo divertido que jugaba con nuestros nombres de pila. Al oírlos, sabíamos inmediatamente que nos estaba llamando porque esos nombres estaban reservados para nosotros. A menudo sonreíamos cuando nos llamaban por nuestros apodos. Sin embargo, tenía una amiga cuya familia era diferente a la mía. Los apodos asignados en su familia no eran bonachones ni juguetones. Eran hirientes e insensibles, desgarraban el tejido mismo de la autoestima. Recuerdo que me estremecí cuando oí a uno de sus familiares utilizar ese rencoroso marcador de identidad. Los nombres que damos a las personas son importantes. No sólo marcan la identidad, sino también la relación entre dos personas.
Al leer el salmo de hoy y su profundo sentido de alabanza, fijémonos en los nombres que el autor utiliza para dirigirse a Dios. Los descendientes de Abrahán tenían un nombre reverente para Dios, considerado tan sagrado que no debía pronunciarse en voz alta. La palabra hebrea YHWH, o Yahvé, se traduce en la mayoría de las Biblias por el nombre propio Señor. El salmista comienza dirigiendo su alabanza en humilde reverencia al alto y santo Señor. Comprender la naturaleza asombrosa y santa de Dios nos permite alabarle de manera apropiada, reconociendo que Él es más grande que nosotros. La alabanza se convierte en algo más que una canción alegre o una declaración gozosa; es una revelación de la naturaleza de Dios que hace que nuestra alabanza sea aún más conmovedora.
El autor pasa a referirse a Dios como Elyon o «Altísimo». David reconoce a Dios como preeminente o autoridad sobre todas las cosas. David atribuye al Señor el lugar que le corresponde como autoridad gobernante con cánticos de gloriosa alabanza.
¿Qué rango de autoridad tiene el Señor en tu propia vida? ¿Tiene el Dios Altísimo jurisdicción sobre todas las áreas de tu existencia? Puede ser demasiado fácil para nosotros alabar con nuestros labios canciones de alabanza que otros han preparado, mientras seguimos aferrándonos al control de nuestras vidas.
¿Le estás dando a Dios la autoridad para tomar decisiones sobre tu futuro? ¿Estás dispuesto a ser sumiso cuando se trata de tus finanzas? ¿Puede el Señor cambiar tus planes para Su gloria y tu bien? ¿Hoy, invocarías el nombre del alto y santo «Señor» y le atribuirías la autoridad suprema sobre cada área de tu vida?
Pon en manos de Dios toda área de Tu vida, y observa las maravillas, en sus tiempos perfectos, ser hechas una realidad.
Dios Te Bendiga.
Señor, pongo en Tus manos todas las áreas de mi vida, para que seas Tu el que determine todo los caminos de que debo recorrer, siempre para darte a Ti todo la Gloria. En El Nombre de Jesús, Amén.