Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo. ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos. Salmos 92:4-5
Si tienes demasiadas exigencias y pocas horas para cumplirlas, seguro habrás sentido un poco de la angustia de trabajar bajo presión. Tanto si eres un joven profesional como un veterano o experto en aquello que haces, al estar en tal situación, es fácil sentirse abrumado.
Pero la pregunta fundamental en medio de estas circunstancias que escapan de nuestro control y alteran nuestra rutina sería: ¿Qué podría hacer en el corto plazo para revertir ese mal panorama? Primero, asegurarse de que no se compromete en exceso, lo que significa que probablemente tendrá que empezar a decir no un poco más a menudo. A continuación, debes abordar tus responsabilidades en el orden aproximado de su importancia (lo primero es lo primero). Por último, una vez que hayas hecho todo lo que esté en tu mano, debes entregar todo lo demás a tu Creador.
Puedes estar seguro de que Dios te dará la energía para hacer las cosas más importantes de la lista de tareas de hoy si se lo pides. Pero recuerda que sus cosas “importantes” pueden no parecerse a las tuyas. Así que pídele que te dé el discernimiento, para hacer una buena selección de tus prioridades, empezando ahora mismo.
Y es que, en medio de nuestras ajetreadas vidas, es crucial hacer una pausa y realinear nuestras prioridades con la voluntad de Dios. Al comenzar y terminar nuestros días con acción de gracias y alabanza, invitamos a la perspectiva del Señor a entrar en nuestros horarios. Ello no sólo nos ayuda a gestionar nuestro tiempo con mayor eficacia, sino que también llena nuestros corazones de paz y propósito. Esforcémonos por ver nuestras tareas diarias a través del lente de la eternidad, confiando en que al buscar la guía de Dios, Él nos dará, junto con su sabiduría, el conocimient para determinar lo que realmente importa y la fuerza la fuerza para cumplir aquello que nos ha revelado.
Señor, concédeme la sabiduría para ordenar mis jornadas, poniéndote a Ti siempre de primero, para luego, con eficiencia, colocar cada una de mis tareas bajo el Señorío de Tu maravillosa voluntad, para que seas Tu quién dirija mis pasos, y me lleve a los lugares necesarios, de forma que alcance, cada uno de los propósitos que has trazado para mí. En El Nombre de Jesús, Amén.
