Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Mateo 7:24
Para quién habita cerca del desierto, las imponentes dunas hacen que las casas cercanas corran el riesgo de hundirse en las arenas movedizas. Los residentes intentan retirar los montículos de arena en un esfuerzo por proteger sus hogares, pero ven impotentes cómo muchas casas bien construidas quedan sepultadas ante sus ojos. Una autoridad local supervisó la limpieza de una casa destruida recientemente y dijo que era imposible evitarlo. Por mucho que los propietarios intentaran evitar los peligros de las dunas inestables, no eran un cimiento firme y sostenible.
Jesús conocía la inutilidad de construir una casa sobre un terreno tan inestable como la arena. Por eso, advirtió a sus discípulos que desconfiaran de los falsos profetas y les aseguró que la fidelidad demuestra sabiduría cuando dijo: «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca» (Mateo 7:15-24). En cambio, quien escucha las palabras de Dios y decide no ponerlas en práctica es tan insensato, cómo aquel que edificó su casa sobre la arena (v. 26).
Cuando las circunstancias parezcan sofocarnos bajo el peso de la aflicción o las preocupaciones, pongamos nuestra esperanza en Cristo, nuestra Roca. El Señor nos ayudará a desarrollar una fe resistente, construida sobre el fundamento inquebrantable de Su carácter inmutable.
Señor, ayúdanos a construir nuestra vida sobre los sólidos cimientos de tu Palabra. Que escuchemos y practiquemos tus enseñanzas, encontrando en ti nuestra Roca inconmovible. Fortalece nuestra fe para que, incluso ante la adversidad, podamos confiar plenamente en tu carácter amoroso y protector, que nunca cambia. Guíanos para que seamos sabios, buscando siempre tu presencia y tu guía, antes que nuestra propia prudencia. En El Nombre de Jesús, Amén.