El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado. Proverbios 10:9
¿Están tus oraciones llenas de audacia y confianza? ¿O están llenas de duda e incertidumbre? A menudo, podemos volvernos temerosos en nuestras conversaciones con Dios cuando no estamos seguros de cómo Él nos ve. Tenemos pensamientos o comportamientos que sabemos que no son Su voluntad y empezamos a preguntarnos si Él nos escucha. Enfrentados a nuestros escrúpulos e incluso a la vergüenza, eventualmente nos callamos, aunque Él infaliblemente continúa llamándonos, invitándonos a la comunión con Él.
Como creyente, eres hijo de Dios para siempre; Él nunca te rechazará. Su voluntad es que tengas una relación sana y vibrante con Él, que sea segura y que madure continuamente. Él quiere que crezcas en tu intimidad con Él y que progresivamente te parezcas más a Jesús en carácter, palabra y obra. Pero la distancia y la tensión en tu relación con El Señor ocurrirán cuando te alejes de Él a través del pecado, la voluntad propia o la rebelión. En esos momentos en que la tentación toque para alejarte de los caminos de Dios, mantén tu firmeza y no lo hagas. No permitas que comportamientos pecaminosos, adicciones o vergüenza estropeen tu comprensión de Su salvación o se interpongan en el camino de tu relación con Él. Acude a tu Padre celestial, que está ansioso y dispuesto a perdonarte. Arrepiéntete de tu pecado. Luego camina con Él en integridad y obediencia.
¿Por qué? Porque no hay nada tan maravilloso como tener absoluta confianza en tu relación con el Señor y la certeza de que Él te escucha. Cuando tu vida está sometida a Él, puedes estar seguro de que “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” (Filipenses 2:13). Y esa es una alegría y una seguridad que nada en este mundo puede igualar.
Padre, gracias por Tu amor y Tu gracia para conmigo. Confieso y me arrepiento de mis pecados, sabiendo que Tú eres fiel para perdonarme. Gracias por amarme y por acercarte siempre a mí. En El Nombre de Jesús, Amén.