Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Lucas 10:37
Hay personas en tu vida que Dios ha colocado específicamente para ayudarte y bendecirte, aunque no siempre sean quienes esperas. Jesús contó la historia de un hombre judío que viajaba de Jerusalén a Jericó y fue asaltado, golpeado y abandonado al borde del camino. Muchos pasaron de largo sin ayudarlo, pero un samaritano —proveniente de un pueblo despreciado— se detuvo, tuvo compasión y se encargó de su cuidado.
Con frecuencia esperamos ayuda de familiares, amigos cercanos o líderes espirituales. Cuando esa ayuda no llega, podemos sentirnos heridos, decepcionados o incluso traicionados. Sin embargo, Dios suele enviarnos consuelo y apoyo de maneras inesperadas, a través de personas que quizá no habríamos elegido.
No rechaces la ayuda solo porque viene de alguien diferente a ti. Reconoce que Dios puede estar obrando por medio de esa persona. Aprecia su gesto como una expresión del amor de Cristo y responde mostrando gratitud y bondad. Así, reconocerás las manos y los pies de Jesús en acción y permitirás que la misericordia de Dios fluya en ambas direcciones.
Señor, abre mis ojos para reconocer la ayuda que tú envías, aun cuando llega de formas inesperadas. Dame un corazón humilde para recibir misericordia y uno dispuesto para ofrecerla a otros. Ayúdame a ver tu amor obrando a través de las personas que pones en mi camino y a responder con gratitud y compasión. En El Nombre de Jesús, Amén.