Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo. Tito 3:5
¿Albergas algún tipo de autojusticia en tu corazón? Si es así, podrías estar limitando la plenitud de la presencia de Dios en tu vida. Afortunadamente, hay señales de advertencia que pueden ayudarte a detectar este tipo de orgullo antes de que te atrape.
Por ejemplo, los creyentes autojustos a menudo muestran una actitud de superioridad. Tienden a considerarse más espirituales o maduros que otros, creyendo que Dios los ha dotado con mayor discernimiento o talento. A causa de esto, pueden volverse críticos y juzgadores. Cuando otros alcanzan cierto éxito o bendición, son rápidos en señalar sus defectos. Además, pueden confiar en sus propias obras o desempeño, pensando que su conducta los hace más aceptables ante Dios. Olvidan que fue el sacrificio de Jesús en la cruz lo que nos justifica y nos mantiene agradables ante el Padre.
¿Reconoces alguna de estas actitudes en ti? Pídele al Espíritu Santo que examine tu corazón y te muestre cualquier área donde la autojusticia haya echado raíces. Luego, acércate humildemente a tu Padre perdonador, recupera una dependencia sencilla y sincera de Él, y agradécele por la justicia que te da gratuitamente a través de Cristo.
Señor, perdóname por las veces en que he confiado en mis obras o me he sentido superior a otros. Líbrame del orgullo y de la autojusticia. Enséñame a depender solo de Tu gracia y a recordar que mi justicia proviene de Jesús. Hazme humilde y compasivo, para que mi vida refleje Tu misericordia y Tu amor hacia todos. En El Nombre de Jesús, Amén.