Prosigamos a la perfección. Hebreos 6:1
Así como se puede notar el crecimiento físico al mirar atrás y ver cuánto se ha avanzado, también podemos reconocer el crecimiento espiritual observando nuestro progreso en la fe. Si alguna vez quieres evaluar cómo estás madurando espiritualmente, aquí tienes algunas señales que pueden ayudarte:
1. Mayor conciencia del pecado.
A medida que creces en tu fe, tu sensibilidad hacia el pecado aumenta. Te vuelves más consciente de cuándo tus acciones o pensamientos no están alineados con la voluntad de Dios. Cuanto más cerca caminas del Señor, más reconoces Su santidad y tu necesidad constante de Su gracia.
2. Intensificación de las batallas espirituales.
Cuando comienzas a obedecer a Dios con mayor fidelidad, no es raro que enfrentes oposición o ataques espirituales. A veces vendrán de lugares inesperados, incluso de personas cercanas. Pero no temas: estas pruebas te fortalecen y te enseñan la importancia de usar la armadura espiritual descrita en Efesios 6.
3. Aumento del deseo de servir.
El amor incondicional de Dios transforma tu corazón. Cuanto más experimentas Su bondad y misericordia, más deseas compartir ese amor con los demás. Servir deja de ser una obligación y se convierte en una expresión natural de gratitud.
4. Disminución del espíritu crítico.
Cuando reconoces tus propias luchas y fallos, te vuelves más compasivo con otros. Entiendes que todos estamos en proceso, y tu actitud hacia los demás se llena de gracia y empatía.
No des por sentado tu crecimiento espiritual. Haz un alto, examina tu espíritu y sigue avanzando hacia Cristo cada día. La madurez no llega de la noche a la mañana, pero paso a paso el Señor te transforma, fortaleciendo tu fe y acercándote más a Su corazón.
Señor, ayúdame a crecer cada día en madurez espiritual. Abre mis ojos para reconocer mi pecado, fortalece mi fe en medio de las pruebas, y lléname de Tu amor para servir con humildad. Que mi vida refleje cada vez más a Cristo. En El Nombre de Jesús, Amén.